Desde la pedagogía de la alteridad, las relaciones interpersonales son consideradas como la capacidad de desarrollarse íntegramente a través del otro, pues sólo en la relación con el otro encontramos sentido a las vivencias personales y sociales. De manera que el otro, cercano o lejano, es vital para el desarrollo de uno mismo. Por lo tanto, a pesar de que la capacidad de relacionarnos con los demás es una habilidad con la que nacemos, debemos de desarrollarla y perfeccionarla a lo largo de toda nuestra vida, para conseguir hacer de esos contactos una fuente de crecimiento personal, respetando siempre la forma de ser de los demás, con sus defectos y sus virtudes, sin dejar por ello de ser nosotros mismos.
Existen diversos tipos de relaciones interpersonales en función de ámbito o contexto en el que se produzca la interacción. De este modo, podemos hablar de relaciones interpersonales en el núcleo familiar, en el contexto escolar, en el laboral, relaciones de amistad, vecinales,... Las primeras relaciones interpersonales tienen lugar en el contexto familiar, y gracias a ellas, la persona va construyendo su identidad, su sociabilidad, su comportamiento, ya que va adquiriendo creencias y hábitos conductuales difícilmente sustituibles. En palabras de Ortega y Mínguez (2001) el hábitat natural por excelencia para la educación en valores, es la familia, pues las relaciones afectivas que en ella se establecen no tienen comparación con las establecidas en otras instituciones, ni siquiera en la escuela.
Por otra parte, desde el punto de vista empresarial, las relaciones interpersonales se entienden como la capacidad que tiene la persona de cooperar y trabajar con sus compañeros, estableciendo una meta a conseguir y organizando el trabajo diario para no entorpecer el desempeño profesional de otros. Mientras que las relaciones entre compañeros debe estar basada en el respeto, la cordialidad, la gratuidad, la confianza, cooperación; la mayoría de las relaciones jefe-empleado se apoyan en la efectividad, productividad, utilidad, obediencia, pues sigue el modelo jerárquico de dominación-sumisión, a pesar de ser considerado inadecuado para el establecimiento de unas buenas relaciones interpersonales, derivando en situaciones de estrés laboral (burnout), mobbing o acoso laboral, insatisfacción, problemas de autoestima, e incluso agresiones. En ocasiones, las relaciones profesor-alumno han imitado este modelo empresarial de autoridad máxima y jerarquía que ha favorecido poco a la educación.
Por último, si a esta forma de entender las relaciones interpersonales sumamos los avances tecnológicos imperantes en nuestra sociedad desde hace unos años, podríamos establecer dos formas de interactuar, de modo que hablaríamos de relaciones interpersonales presenciales y virtuales, las cuales definiremos y caracterizaremos en el siguiente apartado. No obstante, independientemente del tipo de relación interpersonal que establezcamos, ya sea presencial o virtual, personal o profesional, la comunicación es la herramienta que posibilita el contacto con los otros, el entendimiento o enfrentamiento, el amor o el odio. "La interacción es escenario de la comunicación, y a la inversa. No existe una sin la otra. En el proceso de comunicación los sujetos proyectan sus subjetividades y modelos del mundo, interactúan desde sus lugares de construcción de sentido" (Rizo, 2005). Por eso algunos definen las relaciones interpersonales como la comunicación que se desarrolla o se entabla entre una persona y el grupo cercano al que pertenece.
En este sentido, el modo en que nos comunicamos con los otros va a determinar si se trata de una relación interpersonal adecuada y saludable, o por el contrario, inadecuada y perjudicial en el desarrollo personal del individuo. No sirve cualquier forma de comunicación para establecer relaciones interpersonales, sino que debe ser un diálogo basado en el respeto, la cordialidad, la confianza, la sinceridad, un diálogo de acogida, de aceptación, pues sólo así podremos establecer vínculos afectivos y de unión con el otro. La proliferación de la violencia en la sociedad y a su vez en las relaciones interpersonales "hace imprescindible la necesidad de un diálogo que permita desechar el monólogo y todas las formas de exclusivismos: culturales, religiosos, económicos, raciales, etc. (…) El diálogo es búsqueda, no tranquila posesión de la verdad. El diálogo es reconocimiento de la dignidad del otro como interlocutor y donación o entrega de
http://www.cibersociedad.net/congres2006/gts/comunicacio.php?id=965
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